García Márquez en el primer
párrafo de “Cien años de Soledad”
nos presenta tanto el final, como el principio de su novela y señala cuál va a
ser la dispositio. El protagonista
está ante un pelotón de fusilamiento y sus últimos recuerdos le retrotraen a un
Macondo mítico , fuera del tiempo y del espacio . Un lugar que acaba de nacer
como el relato “reciente” incipiente,
balbuceante. El adjetivo “remota” que acompaña a tarde nos indica que ha
transcurrido tiempo y que la novela nos va a llevar por ese tiempo que es como
el rio que se precipita por piedras como “huevos prehistóricos”. El autor nos indica cuál va a ser el tempo narrativo que va desde el
origen “al principio era el verbo” y al
principio estaba Macondo donde no había llegado el lenguaje y luego empieza la
historia para poblarlo de palabras.
García Márquez en su papel de narrador elige un lugar que no existe,
hasta que el novelista, lo señala con su dedo, mágicamente. Macondo existe
gracias al verbo, a la historia, cuando aparecen los gitanos y van nombrando
las cosas y el espacio y el tiempo se van contaminando de historia, de
temporalidad y de humanidad. En este incipit tan poderoso conocemos cuáles son
las intenciones del autor : crear un mundo desde la nada para irlo configurando
como narrador omnisciente, un deus ex machina a imagen y semejanza
de su imaginación y de su capricho con el poder que le otorga la palabra.
De una novela épica pasamos al mundo interior de Proust,
donde el yo y no la historia es el protagonista. En realidad no pasa nada. El
autor se acuesta pronto; un hecho tan banal se reviste de gran complejidad al
intervenir poderosamente el mundo
interior del personaje. El texto anterior señala el inicio y el final de la
historia, sin embargo, aquí nos movemos
en un tiempo subjetivo que en el tiempo real objetivo equivale a una
noche, una noche cualquiera. El autor se transporta en ese tiempo con el poder
vívido de la literatura, , el autor cree habitar en el tiempo de sus lecturas como
el Quijote, para pasar a la duermevela.
tantas veces evocada por Machado, en la que se van borrando las fronteras entre
la realidad y el sueño. Se alude a un viaje interior, una “métempsycose”,
un viaje migratorio del espíritu que vive dos vidas, una primera imaginaria
impulsada por sus lecturas y una segunda
real . El tiempo real dura lo que dura la luz de la vela, la transición de la
luz de la vela a la oscuridad cuando ésa se extingue. Pero en ese tiempo el
personaje ha vivido dos vidas y ha pasado de la luz a la oscuridad, de la vida
al sueño cómo “une chose vraiment obscure”
que quizás evoque a la muerte.
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