jueves, diciembre 21, 2006

Navidad dulce Navidad


La navidad no llega nos arrolla con sus lucecitas y sus anuncios de bebidas espiritosas. La navidad no nos pregunta si tenemos cuerpo de villancico o de canto gregoriano nos aniquila con su presencia. No importa, es navidad y vacías el bolsillo y no sabes por qué y vas y saludas a la vecina con sonrisa especial plus ultra y lanzas alguna que otra propina aunque tu economía no sea precisamente la de un especulador inmobiliario. Le deseas a tu jefe lo mejor para el 2007 aunque no sea eso lo que piensas exactamente y sales a las calle y hordas de gente, algunos (los más entusiastas) con gorritos de Papá Noel con cuernos de reno invaden los centros comerciales. A los niños les bombardean con publicidad y catálogos de juguetes y luego transmiten a sus atribulados progenitores listas de la compra con referencia y el precio del juguete más IVA. La Navidad nos sorprende siempre algo beodos cantando el famoso villancico anglosajón “Bello over bell over beeelll bello ver bell only oneee” pandereta en mano y sonrisa bobalicona. La navidad se convierte en una gran bola plateada en la que precisamente se quedan fuera las cosas más importantes; la navidad es epifanía, misterio, invierno, lumbre, infancia, acebo … sin ruidos, ni anuncios publicitarios. A todos los blogueros os deseo una Navidad llena de misterio y cariño con pocas compras y una chispita de felicidad,

sábado, diciembre 09, 2006

¿Por qué tanto Nietzsche?


Quitarse la vida no es políticamente correcto nadie habla de ese tema todos volvemos la cara horrorizados cuando se pronuncia la palabra suicidio. Las familias tapan sus suicidios como tapan sus embarazos fuera del matrimonio, los herpes vaginales de sus retoños, las borracheras de la abuela o las visitas de los señores al cuarto de la sirvienta. Los suicidios no existen y a determinados niveles ni siquiera oficialmente, un accidente desgraciado no es lo mismo que un suicidio. Una vez suicidado, la familia sigue como si no hubiera pasado nada pero ha pasado ¿o no ha pasado? De lo que no se habla no pasa y siguen las vacaciones en la misma casa de la playa donde todo ocurrió y siguen llevándose las pieles en verano al frigorífico porque el calor las arruina y sirviendo las comidas en el jardín debajo del toldo blanco pero ya nada es igual. Y llega el día, la efeméride, el aniversario del suicidio y no se va a misa porque el cura de la familia tampoco reconoce la desgracia como no reconoce los matrimonios fuera de la iglesia que como todo lo que se sale de la norma lo achaca a la locura o a las drogas o las lecturas no recomendadas. El suicidio en una familia es una desgracia sorda pocas veces se habla del tema mejor no hablar del tema. Es una enfermedad, una tara que esperan no se propague y no la hereden los familiares y se evitan las conductas peligrosas y se sigue riendo y se sigue engañando a los demás. Seguimos felices retirando sus cubiertos de la mesa, retirando los retratos, rompiendo cartas y dejando desiertas las estanterías de sus libros. Seguimos adelante pero el día de autos algunos nos recluimos parapetados en los recuerdos y sacamos la caja donde guardamos todas las cosas maravillosas que vivimos con el suicida, porque señores bromas aparte, los suicidas suelen ser gente maravillosa que decide irse por su cuenta sin pedirnos permiso, dejando alguna explicación inconexa en un papel arrugado. Dejándonos el corazón destrozado, la cabeza confusa por ese abrazo que no dimos en el momento exacto por no saber que sin saber o quizás sabiendo que ese era su destino y que mientras fué allí estuvo luminoso como un ángel y que seguro que descansa junto a ellos por mucho que les pese a los curas y algunos beatos mojigatos y pazguatos.

recuerdos dos


Caminar por la Vía Augusta discutiendo quien iba a ganar la guerra fría yo defendiendo a los rusos y tú a los americanos mientras parábamos en aquel descampado para ver si encontrábamos algún cadáver pues siempre decidimos que aquel lugar era el propicio para cometer algún asesinato. Tú querías ser científico y adivino jugar con los planetas a tu antojo y adivinar el futuro. Yo soñaba con ser una gran escritora o santa o monja de clausura de las que cantan sin parar y hacen buñuelos, bordan y copian manuscritos del latín con letras miniadas en azul y oro. El camino que se hacía interminable mientras a mí todavía se me retorcían los calcetines o las medias y tapaba mi cuerpo con la carpeta adornada con el símbolo de la paz. Si había suerte y muchas veces la había te invitaba a casa a estudiar y merendar y pasábamos la tarde con las discusiones más peregrinas Te reías de mis posters de palomas y de mi guitarra con las canciones protesta y de mis jerseis enormes con zapatos viejos y jeans deshilachados. Mientras adoptabas el aire de un pequeño burgués de pantalón de pinzas y polo de cocodrilo. No nos poníamos de acuerdo pero me declarabas tu amor cada cinco minutos y yo nunca terminaba de acceder a tu propuesta. Nunca hacías los deberes y yo después aplicada cuando te habías marchado sacaba mis cuadernos y terminaba la traducción de latín o estudiaba las etapas de la Reconquista.

martes, diciembre 05, 2006

Recuerdos

Estos días he vivido con un recuerdo que me ha devuelto un poco al puro desvarío que es mi estado de máximo felicidad. Algún día me quisieron de verdad y con las manos vacías sin pedir nada a cambio. Algún día alguien al que tengo conservado en mi memoria me regalaba sus sueños por escrito y me pronosticaba que las estrellas siempre iban a estar de mi parte. Hace ya algún tiempo alguien me construyó un barco pirata miniatura para meter en una pecera con siete peces uno para cada día de la semana. Los peces murieron enfermos a causa del pegamento y ello ocasionó que mis lágrimas como las de Alicia llenarán mi habitación y que yo saliera navegando como un pez en el barco velero con mi capitán a bordo. Alguien tenía una casa junto al mar con un bosque encantado y una gata que sólo comía corazones crudos y se llamaba Luna. Alguien se me presenta en sueños de vez en cuando y se ríe de verme tan mayor y tan seria como si a él por un pacto con su gato se le hubiera detenido el tiempo. Entonces vuelvo a ser una soñadora despreocupada más allá de la cordura de las facturas pagadas y los entresijos del windows y pienso que no hay tanta diferencia entre aquella casi niña que recogía conchas al amanecer y la que hoy trabaja gris en una oficina gris pero enreda con las letras algún que otro desvarío. Entonces oigo otra vez ese mar y siento el ronroneo de Luna pidiendo un trocito de mi crudo corazón mientras ordeno junto a la chimenea las conchas recogidas a la primera luz del alba.