jueves, septiembre 28, 2006

Encuentro


Encuentro

Sentir tu mano
fue sentir la vida así de pronto
no hizo falta ya más fue tu mirada
y recordé que te quise (y a tu gato)
tanto que hasta te cambié el nombre
y era mi cumpleaños
y besabas mi cuerpo de los veinte
y siempre te recuerdo
alborotado
nervioso
cocinando lentejas
italianas, recuerdo
la vida te alejó
y en ese encuentro
por la calle
volví a tener el corazón en vilo
empecé a barbotar los sinsentidos
absurdos de costumbre
no tuve buena suerte comento
me miraste divertido
y me besaste
diciendo, lo sabía
todos tenemos prisa en las ciudades
apenas un minuto
tenías tu camino
la deriva es el mío
en ella vivo

jueves, septiembre 21, 2006

DESCATALOGADOS

Descatalogados
Las personas, como los libros, salimos del catálogo para no volver a existir siempre nos quedarán las librerías de segunda mano o los contenedores de papel para ser reciclados en hueveraso rollo de papel higiénico. La descatalogación en las personas es más lenta pero no por ello deja de ser más eficaz. El sistema recicla a los descatalogados marginando su identidad y oscuramente sobreviven en estantes de tercera fila. Descatalogarse es una forma de rebelión una forma de protesta contra la insoportable tawdry cheapness que preside nuestra existencia según el poeta Ezra Pound
Los descatalogados vagamos libremente entre los últimos best seller que desconocen que su existencia es efímera, no debemos sujetarnos estrictamente a las normas del mercado sino que sobrevivimos a precios de saldo. El problema de la descatalogación personal es que a veces produce aislamiento, estar fuera del círculo es duro pero siempre cabe la opción de encontrar algún que otro descatalogado y vivir con pasión descatalogadora esta vida descatalogada.

miércoles, septiembre 20, 2006

EL GENERAL

El General es bajito un tanto decimonónico parece salido de un casino de pueblo o a veces si se le mira de perfil pudiera ser un chanchito dispuesto para el sacrificio. Habla con voz meliflua tanto que a apenas sí se le oye, una tiene que esforzarse un poco para tratar de entender a su Excelencia:
- Disculpe, si confundo el culo con las témporas su Majestad pero ando un poco teniente de este oído -murmuro
-Volvamos a empezar- dice aparentando una benevolencia inexistente.
A medida que se va enojando va enrojeciendo paulatinamente una creería que va estallar de tantos resoplidos y todavía es peor el resultado: tanto fuelle apenas deja entrever algún sonido que otro
- ¿Ha dicho Usted Swazilandia Excelencia?- pregunto con un valor propio de un kamikaze.
- Me refiero a Myanmar señorita los intereses de este país están en juego; Rangún ha interrumpido el envío de melocotones gigantes; haga usted el favor de poner un poco más de atención en su trabajo- responde un poco airado
El diálogo de sordos tiene visos de prolongarse hasta el infinito sino fuera porque suena el teléfono con una melodía un tanto evidente y fácil, suena en “politono” estridente: La Primavera de Vivaldi. Es una llamada personal; me marcho tras hacer una pequeña inclinación de cabeza y sin dar la espalda ni demasiado pronto ni demasiado tarde.

De vuelta a su mesa cuando una ya cree que se ha librado de su presencia suena el teléfono el uso del imperativo verbal parece cautivar a su Excelencia y no me incomoda, al revés un cierto cosquilleo morboso recorre mi cuerpo. Me dejo llevar despacio hasta la puerta y ahí comienza el complicado ritual de la entrada en su despacho: llamo suavemente y no contesta, sin saber qué hacer espero unos minutos hasta repetir la llamada y sin esperar abro la puerta
-¿me llamaba Excelencia?
- no me moleste estoy pensando- contesta iracundo.
Su Excelencia está pensando sin duda será algún pensamiento de importancia universal una de esas máximas que pasan a la historia y todo el mundo repite sin saber que está diciendo –ITE MISSA EST- o algo parecido. Quizás a su Excelencia le entre un sopor irremediable; encuentre de pronto que el tedio de la tarde sólo puede superarse con una larga siesta que se ve interrumpida cuando un escarabajo sin nombre trata de inmiscuirse en sus pensamientos. Vuelvo a retirarme a mi mesa y muerdo nerviosa el bolígrafo cuando vuelve a sonar el teléfono está vez el tiempo verbal es ya imperativo conminativo, amenaza de muerte súbita
– venga inmediatamente- espeta.
-Si Excelencia estaba Usted pensando.
-no me hable cuando no le pregunto
-Si Excelencia-
Se repite el ritual y recorro despacio los apenas dos metros que separan mi despacho del suyo, llamo y está vez con un gesto mayestático el General me concede su audiencia.
–Pili- me dice- Usted cree que me sientan bien estas gafas o debería cambiarlas por otras de montura más ligera; lo he estado pensando-.

lunes, septiembre 11, 2006

EL RELOJ

La realidad a veces está repleta de obligaciones y una no tiene ni tiempo de retirarse un ratito al país de las sirenas de donde procede, ni de soñar con Bronwyn ni de acariciar al gato mientras mira por la ventana. De repente el reloj marca horas que ya no son tuyas y ni te reconoces corriendo de un lado para otro respondiendo con frases hechas a otras frases hechas que generan más frases hechas y a una le gustaría entonces tomar la decisión de Alonso Quijano de hacerse caballera andante y errar por los caminos rescatando doncellas maltratadas, arremeter contra los eurobuildings y demás, dormir en los caminos rescatando presos y hablar con pastores en las noches estrelladas de este verano que se prolonga hasta lo imposible. O volar entre nubes como mi amiga Melusina que harta de estar recluida en su torre del Poitou leyendo y leyendo como nuestro hidalgo salió a la quete a la búsqueda de la aventura o Perzeval o tantos otros que de buenas a primeras dejaron la mansedumbre de sus rutinas y salieron al bosque en donde habitan los duendes y las ondinas y donde puede surgir la aventura porque allí todo es posible. En el bosque donde manan fuentes de agua cristalina y fresca que al beberla recuperas por arte de magia la inocencia de tus quince años y el valor de tus veinte y olvidas de pronto la cordura de tus cuarenta.