lunes, septiembre 11, 2006

EL RELOJ

La realidad a veces está repleta de obligaciones y una no tiene ni tiempo de retirarse un ratito al país de las sirenas de donde procede, ni de soñar con Bronwyn ni de acariciar al gato mientras mira por la ventana. De repente el reloj marca horas que ya no son tuyas y ni te reconoces corriendo de un lado para otro respondiendo con frases hechas a otras frases hechas que generan más frases hechas y a una le gustaría entonces tomar la decisión de Alonso Quijano de hacerse caballera andante y errar por los caminos rescatando doncellas maltratadas, arremeter contra los eurobuildings y demás, dormir en los caminos rescatando presos y hablar con pastores en las noches estrelladas de este verano que se prolonga hasta lo imposible. O volar entre nubes como mi amiga Melusina que harta de estar recluida en su torre del Poitou leyendo y leyendo como nuestro hidalgo salió a la quete a la búsqueda de la aventura o Perzeval o tantos otros que de buenas a primeras dejaron la mansedumbre de sus rutinas y salieron al bosque en donde habitan los duendes y las ondinas y donde puede surgir la aventura porque allí todo es posible. En el bosque donde manan fuentes de agua cristalina y fresca que al beberla recuperas por arte de magia la inocencia de tus quince años y el valor de tus veinte y olvidas de pronto la cordura de tus cuarenta.

5 comentarios:

María Esquitin dijo...

Las horas y los bosques están dentro de nosotros, haz que se encuentren ambos, y si no se llevan bien, castiga al reloj sin cuerda e inventate un bosque a tu medida. Un saludo.

Guillermo Alejandro dijo...

Sin lugar a dudas, un trabajo formidable.
Mi concepción de arte; y mi lucha es querer generar espacios que permitan transportar el alma a espacios que la realidad niega. “La forma” de hacer las cosas es casi tan importante como el fondo, pero sin el fondo adecuado todo pierde su sentido. Agradezco el viaje que me hiciste emprender. Reflexionaré sobre él más de lo que imaginas. A ver si te comento las flores recogidas en el camino.
Un fraterno abrazo, otra vez.

ideas dijo...

quiza lo que necesitamos son vendedores de tiempo..

Eritia dijo...

Me apunté de un modo activo a esta búsqueda Ribemependros, creé mi propio jardín secreto para olvidar la cordura de los cuarenta...
Un gran abrazo

La Marandua dijo...

mmm el reloj avanza, y sin darnos cuenta estamos con un pie en el cajón sin antes haber tomado conciencia de las maravillas simples y accesibles que nos rodean, y la facilidad para rozarlas con nuestros dedos y nuestro corazón, los pies de un bebe, el petalo de una flor, la sonrisa de una anciana, el frotar de las hojas del arbol que jugando con el viento solo sueña con alcanzar una estrella ...la suya.
yo no añoro los 15 ni los 20, mucho menos los 30, aun estoy viva, y sin tiempo, porque el tiempo es la exclavitud del alma. que bello escribes, siempre que te leo siento que la sonrisa aflora , gracias.
un abrazo.