BERLÍN
Visitar una ciudad en invierno cuando ya la navidad
ha terminado y en el hipotético día mas triste del año el llamado Blue Monday
parece que puede tener consecuencias nefastas para el turista. Mi
hija ya me había anunciado que Berlín no
es una ciudad bonita pero sí diferente.
Cierto así es cuando llegas a Berlín desde Madrid
el aeropuerto de Tegel parece más propio de cualquier otra ciudad que de la
actual capital política del país más poderoso de Europa. Y con eso ya
aprendemos algo del país quizás tengan
una economía saneada porque no han derrochado en grandes obras públicas y se
conforman con un aeropuerto que sea útil y no un escaparate de lo que es la
gran urbe que nos disponíamos a visitar.
Al bajar de la avión cogimos un taxi y nos dirigimos
al apartamento que habíamos alquilado para cuatro días muy cerca del icono de
la ciudad la puerta de Branderburgo.
La primera impresión aunque ya era de noche es que
en Berlín todo es muy grande las amplias avenidas, los edificios los
monumentos, los soportales son enormes uno se siente apabullado. La ciudad
perdió su grandeur y está reconstruida en su mayor parte pero
conserva al menos el gusto arquitectónico
y urbanístico de la magnificencia aunque sea en el sentido estrictamente
dimensional del término.
Los días que siguieron son los propios de un
turista que no da abasto recorriendo los
museos donde nos fascinaron los restos
asirios , babilónicos y asirios. También
el turista curioso se une a la dolorosa historia de la ciudad y llora con las
víctimas del terrible régimen nazi. La ciudad vierte sus lágrimas por sus
víctimas sus berlineses judíos, eslavos, gitanos y homosexuales segregados,
exterminados, torturados. Hay mucho dolor en sus calles y se respira en todas
partes sin embargo también nos muestra su otra cara: la de una ciudad donde se
experimenta el goce de vivir propio de una próspera capital europea: los
teatros , las óperas, los restaurantes y la rubia cerveza que mana por doquier nos
muestran ese otro lado amable, despreocupado y acogedor.
1 comentario:
Berlín es una ciudad que me encanta y en la que aún hoy se pueden observar los restos de lo que allí sucedió hace no tantos años. No hace falta un muro para ver una diferencia, una separación que ya no está
Besos
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