Vargas Llosa y Panero
Ayer fue un día de intensas
emociones literarias, por un lado a través de las redes sociales me entero de
que ha muerto Leopoldo María Panero solo en un psiquiátrico y la noticia que se
conoce de milagro a través de sus editores por otro asisto a una conferencia de
una catedrática sueca sobre Vargas Llosa.
La profesora sueca dice que leer a
Vargas Llosa le produce malestar porque no se sabe si va o si viene porque crea
mundos en los que los buenos son buenos y los malos son malos pero ¡ojo!
hablando del Sueño del Celta le molesta que el autor muestre las inclinaciones
sexuales del protagonista amante de efebos y jovenzuelos con quien
intercambiaba favores sexuales a cambio de unas monedas. Por este motivo y de
acuerdo con la political corretness que lo invade todo en este país, el
protagonista ya no puede ser un héroe porque no se comporta adecuadamente en la
cama. Vivir para ver, una que ya lo ha visto y lo ha oído todo en la España de
Zapatero se queda un poco asombrada de tanta moralina. El autor señala en su
libro "Un héroe no es un prototipo abstracto" hasta los héroes tienen
su lado oscuro, sobre todo si como Roger Casement habita en el mundo real con
sus contradicciones, sus tentaciones y sus debilidades. Vuelvo a citar el
epílogo en el Vargas Llosa que cita a José Enrique Rodó "Un hombre es muchos
hombres" y en eso nos diferenciamos de los dioses que estamos hechos de
barro maleable y a veces sucio. Efectivamente, si la respetable profesora sueca
hubiera escrito una novela sobre Roger Cásenme hubiera escrito otra novela muy
distinta irreprochable desde el punto de vista de la moral laica que tanto
gusta en estos países del norte hubiera sido quizás muy fiel a las fuentes y
habría reflejado sólo los aspectos que no atacan los principios inquisitoriales
de lo correcto. Roger Casement reciclando la basura y repartiendo inocentes
caramelos a los niños indígenas y otras acciones encomiables por el estilo.
Pero con todos mis respetos a la erudición y la sabiduría de la hispanista
sueca Roger Casement viene del mundo de la moral católica irlandesa, tan alejada
de los remilgos, tan contradictoria, tan llena de pasión y de sangre, tan
comprensiva del lado humano de las cosas, tenemos la suerte de saber que el
pecado forma parte de nosotros porque nacemos con él. Debemos evitarlo, rodear
el peligro, esquivar las tentaciones pero sabemos que irremediablemente
tropezamos y caemos y luego gracias a la misericordia somos generosamente
perdonados siempre. Esta es la atmósfera cultural del protagonista y del propio
autor Vargas Llosa y partiendo de ahí la novela puede cobrar otro sentido.
Todos los autores pueden hacer lo que les de la gana con los personajes de sus
novelas pero Vargas Llosa todavía más que para eso es uno de los grandes
escritores de este siglo. Para eso está la literatura para crear malestar, para
incomodar, para remover conciencias y saltarse todas las reglas.
Por otro lado
una vez más asistimos con dolor ya no con sorpresa a la indiferencia de un país
ante la muerte de un poeta que para su gloria fue expulsado de la antología de
Castellet pero que se entregó a las palabras y a la poesía y recitaba de
memoria a Ezra Pound y a otros muchos. Abandonado por todos por saltarse las
normas muestra que nuestro país también margina, oculta y relega a aquellos que
le estorban y se alejan de la moral al uso. No le perdonaron su locura. Pocos
se acercaron a despedirle nadie del mundo oficial: no estaba entre sus
votantes. Pero algunos de sus lectores ayer le envíanos una rosa roja a dónde
quiera que su espíritu libre y atormentado.
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