jueves, febrero 26, 2009

El triunfo del tiempo y del desengaño

Perceval, apoyado sobre su lanza, contempla –sin entender exactamente lo que está viendo- la sangre que ha extendido sobre la nieve blanca, una oca herida. El caballero está fascinado por estos dos colores, rotundos bajo el sol de invierno: el blanco y el rojo.

Estuve hace un tiempo escuchando una ópera de Haendel puro barroco, puro conceptismo, ambientado inadecuadamente como casi siempre en un bar de neones donde personajes frívolos bebían y sonreían. La belleza se alía con el placer pero el tiempo Saturno todo lo marchita y la belleza termina un día y llega el desengaño y la muerte. El Barroco en su más pura expresión: virtuosismo instrumental y lírico. Los conceptos encarnados y el planteamiento del tema el tiempo que todo lo puede al final. El dulce sonido de las tiorbas tocadas por jóvenes donceles de cabellos rubios, el clave y los violines todo ello contrastaba con la profundidad de los diálogos y la gravedad de los planeamientos. La forma sobre el fondo el derroche formal en un alarde preciosista que embriaga los sentidos y transporta hacia otros mundos lejanos de este donde el mal gusto, el invierno, el consumismo la tristeza de los hombres vacíos que no sabemos que todo es vanidad, todo se desvanece y sólo nos queda el dulce aroma de la rosa a la que quitamos la espina para no pinchar nuestros blancos dedos de jóvenes para no dejar que una gota de sangre roja caiga sobre la nieve como en el Perzelvaus de Chrétien de Troyes.

1 comentario:

Noelia A dijo...

Todo se trastoca, la frivolidad manda, compañera.
Saludos