miércoles, enero 21, 2015

Berlín ciudad para caminantes


BERLÍN

Visitar una ciudad en invierno cuando ya la navidad ha terminado y en el hipotético día mas triste del año el llamado Blue Monday  parece que puede tener consecuencias nefastas para el turista. Mi hija ya me había anunciado  que Berlín no es una ciudad bonita pero sí diferente.
Cierto así es cuando llegas a Berlín desde Madrid el aeropuerto de Tegel parece más propio de cualquier otra ciudad que de la actual capital política del país más poderoso de Europa. Y con eso ya aprendemos algo del país quizás  tengan una economía saneada porque no han derrochado en grandes obras públicas y se conforman con un aeropuerto que sea útil y no un escaparate de lo que es la gran urbe que nos disponíamos a visitar.
Al bajar de la avión cogimos un taxi y nos dirigimos al apartamento que habíamos alquilado para cuatro días muy cerca del icono de la ciudad la puerta de Branderburgo.
La primera impresión aunque ya era de noche es que en Berlín todo es muy grande las amplias avenidas, los edificios los monumentos, los soportales son enormes uno se siente apabullado. La ciudad perdió su grandeur  y está reconstruida en su mayor parte pero conserva al menos  el gusto arquitectónico y urbanístico de la magnificencia aunque sea en el sentido estrictamente dimensional del término.
Los días que siguieron son los propios de un turista que no da  abasto recorriendo los museos donde nos fascinaron los  restos asirios , babilónicos y asirios.  También el turista curioso se une a la dolorosa historia de la ciudad y llora con las víctimas del terrible régimen nazi. La ciudad vierte sus lágrimas por sus víctimas sus berlineses judíos, eslavos, gitanos y homosexuales segregados, exterminados, torturados. Hay mucho dolor en sus calles y se respira en todas partes sin embargo también nos muestra su otra cara: la de una ciudad donde se experimenta el goce de vivir propio de una próspera capital europea: los teatros , las óperas, los restaurantes y la rubia cerveza que mana por doquier nos muestran ese otro lado amable, despreocupado  y acogedor.