martes, enero 29, 2008

Locuras

Alguien a quién quiero a quién adoro me preguntaba el otro día si yo no estoy un poco loca, trastornada, ida, enajenada. Alguien que supongo que después de analizar distintas disidencias, manías, tristezas repentinas se preguntaba desde la political corretness si no se estaba liando con alguna representante de movimientos contraculturales, undergrounds, adicta en secreto a la psicodelia, practicante de hechizos y brujerías, votante de algún partido inexistente, desentendida del mundo. Y después de sorprenderme por la pregunta me di cuenta de que tal vez para huir de la tristeza, del tedio de la Tawdy Cheapness de Ezra Pound. Ribe se pone un poco estupenda y sueña sueños que no están en las revistas de colorín ni aparecen en los anuncios televisivos, y no trata ya de ser nada más que ella en esencia sin norte, en esencia rezando bastante a la virgen y en esencia sintiéndose estructuralmente perdida en un mundo que ella considera inhóspito pero que trata de disfrazar y llenar de amores como el suyo, de bellas palabras cuando se tercia y de pequeñas cosas que sí tienen sentido y que si le llenan de alegría el corazón como algunas flores, algunos besos en mitad de la noche y algunas bellas palabras que recibe y agradece.
Por eso Ribe desde su propia realidad llena de inseguridades, desde el pequeño mundo que habita no sabe si en efecto perdió algún tornillo en anteriores batallas pero que básicamente sus facultades mentales están en orden, como le están últimamente sus sentimientos sin por ello renunciar a sus desvaríos ni a tristezas que forman también parte de la vida de las pequeñas vidas que vivimos como átomos suspendidos en medio del universo.