jueves, mayo 31, 2007

El tren


Yo, para todo viaje
—siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera—,
voy ligero de equipaje.
Si es de noche, porque no
acostumbro a dormir yo,
y de día, por mirar
los arbolitos pasar

Antonio Machado



Soñando se me han pasado los días e incluso los años, las primaveras, los veranos los otoños y las noches en vela velando para que los sueños fugitivos permanecieran un ratito más acariciando mi piel cada vez más marchita. Es tiempo de renacer, de primavera y he visto la jara florida desde la ventanilla del tren y a los terneros pacer junto a sus madres y los vencejos aletear llamando la atención de sus hembras. Pasa otro año y el tiempo va dejando la huella inexorable de su paso. Nada le detiene ni le frena es imposible decidir sobre él. Sin embargo viajando para encontrarme con el mar me sentía féliz imaginando caracolas y olas de plata al atardecer. Viajar en tren que es un acto machadiano hace que aprecies el tiempo del viaje que vayas observando exactamente como se transforma el paisaje a medida que avanza no ya tan morosamente como cuando Machado escribio su poema el tren.

viernes, mayo 18, 2007

Bailando con osos


Ese cuento que siempre quiero contarte mi niña de ricitos dorados y sonrisa limpia la sonrisa más limpia del mundo, mi niña que lloriquea cuando la tiro cuando la peino o que se ríe cuando me enfado. Ese cuento niña mía viene de un sueño que me he soñado esta noche cuando dormíamos en mi camota grande. Soñaba que teníamos que salir de viaje andando sobre la nieve y nos cansábamos pero también disfrutábamos del viaje. Andando, andando llegamos a una casa de piedra y tejado de tejas rojas y nos refugiábamos y teníamos comida y reíamos y había más gente. Desde esa casa aunque estábamos en lo alto de una montaña veíamos el mar y yo me veía dentro de una ola. De repente tú te ibas de esa casa a otra casa posiblemente voluntariamente no lo sé. Esa casa estaba cuesta abajo desde la nuestra, cuando me di cuenta que no estabas salí a buscarte corría pendiente abajo, iba feliz porque sabía que me iba a encontrar contigo. En la otra casa había perros (ya sabes el miedo que me da el bulldog suelto de la plaza) pero curiosamente era un perro de lanas un gos d´atura, un perro que me encanta y que no me da miedo nada más entrar me daba lametones y se reía, al llamar a la puerta me abrió un oso sonriendo, allí me encontré contigo y me sentí feliz. Al salir juntas de la casa vimos tres osos bañándose en una charca panza arriba riéndose esa imagen curiosamente no me asustó sino que liberó mis miedos y me hizo sentir bien. Tres enormes osos pardos partidos de risa bañándose en una charca jugando con el agua disfrutando ¿qué te parece ángel mío?

jueves, mayo 10, 2007

Dioses

La vida religiosa de una es un tanto extraña y al final una no sabe si es un interminable soliloquio con el propio mundo de los deseos. Y ese Dios que está al otro lado que imaginamos como un padre severo e intransigente siempre nos dice que nos hemos portado mal y que no merecemos el premio demandado. Dios que se lleva lo que queremos, Dios que aprieta pero no ahoga y aprieta, aprieta hasta casi la asfixia para soltar la mano luego. Dios que nos han dicho que no sabe de rencores y ante el cuál nos han enseñado a sentirnos culpables por todo hasta por llevar los calcetines retorcidos de niños o comer el chocolate prohibido y escondido en lo alto de las despensa. Las cosas como Dios manda, Dios manda llevar la camisa por dentro ser temeroso, no mostrar los propios deseos, dios no se si quiere ese mundo de frígidos mojigatos o ese otro Dios que ese que yo creo que no se si es el verdadero o es mi propio deseo, mi propia esperanza, mi propia luz, dios que no sé si nos quiere libres frente al mar o asustados frente al windows viendo como pasan los días y los años sin pronunciar palabras verdaderas sin tener amores verdaderos sin ser esos niños alocados de zapatos sucios y pelo alborotado que mi dios particular desea que seamos Felices.