lunes, marzo 06, 2006

Las Gallinas del Licenciado

Compré las “Gallinas del Licenciado” a su debido tiempo pero he dejado que pasará prudentemente el año de fastos y empachos cervantinos para iniciar su lectura. Y de nuevo el milagro, como cada vez que leo a Jiménez Lozano aunque esta vez la dicha y el placer de la lectura sean comparables al Mudejarillo o Sara de Uhr. Jiménez Lozano no sólo recrea una época y un lenguaje sino que introduce el humor a través de la gallina Basilisa constantinopolitana de la que siente celos la propia Catalina mujer prudente del escritor. Las peripecias con las gallinas de por medio nos acercan una semblanza de Miguel de Cervantes que tal vez sea la verdadera después de tantos ensayos desaforados hablando de intimidades y dudosas inclinaciones de nuestro maestro de las letras. Me ha emocionado el retrato y el homenaje que rinde aquí el autor a su maestro y cómo posiblemente fuera cierto que su genio pasara desapercibido para su familia y seres más cercanos. Una obra maestra para mí es la que cuando una vez termino el libro me da tanta pena que termine que lo vuelvo a empezar y eso me ha ocurrido con esta novela.

jueves, marzo 02, 2006

El Guerrero hierático de Bronwyn


Nos está permitido soñar como a los dioses
y en sueños ver un amor tan hermoso como el guerrero hierático de Bronwyn
o pensar un instante que la felicidad cabe en ese rincón tan triste que ocupa el corazón
Nos está permitido saber, escudriñar en los pasajes más oscuros de los viejos libros que un día Dios hizo el mundo y que luego dejó que se fuera apagando poco a poco la llama de cada una de las vidas hasta la muerte
Nos está permitido hablar con nuestros muertos saber que al fin descansan en ese gran lago limpio como un espejo
Sospechamos que no somos más que un capricho, un accidente, engendrados con o sin deseo, con o sin voluntad, acaso casualmente
Nadie conoce que le trajo a este lugar inhóspito
Nos explican y tratan de dar o quitar el sentido a nuestras vidas y al final es lo mismo
soñar y no soñar
saber y no saber
amar o no poder hacerlo
Abrimos una mano y el aire frío la golpea, emitimos miles de palabras, gestos, abrazos y lágrimas pero ninguna de ellas sea tal vez la verdadera
Pronunciarla una vez bastaría para justificar toda la vida